CONSEJOS PARA IR DE ACAMPADA

Hay muchos consejos para las primeras vacaciones de camping, pero me atrevo a resumirlos, porque si eres un aficionado a esta actividad, no estás para muchos sermones. En mi caso, tardé varios años en dar el paso.

Pensaba que acampar era equivalente a unas vacaciones extenuantes en las que la carga de trabajo superaba la medida y la capacidad de relajarse. ¡Qué equivocado estaba!

Acampar es sinónimo de salud (respiras aire puro y te expones al sol durante el día, una maravillosa fuente de vitamina D), entretenimiento y descanso: ¡no hay nada como experimentar la naturaleza en acción!

Si te decides a salir, ten en cuenta estos 7 consejos para acampar por primera vez.

  1. Ubicación. Una vez leí que si vas a acampar por primera vez, no elijas un lugar demasiado lejano porque si no te gusta la experiencia, puede que vuelvas a casa pronto. Yo vivo en Miami y elegí Ginnie Springs, un parque con hermosos manantiales a unas cinco horas de Miami. El parque ofrece muchas actividades que pueden realizar todos los miembros de la familia, como natación en el río, botes de remos, kayaks, lugares de pesca, buceo con esnórquel e incluso submarinismo. Además de pistas de voleibol, campos de fútbol…. En definitiva. Desde que llegamos tuvimos mucho que hacer.
  2. Equipamiento. Al acampar, lo ideal es no empacar tanto como para que cargar y descargar el auto se convierta en una odisea, pero tampoco hay que gastar lo necesario. Por lo general, los parques de Estados Unidos tienen parrillas para cocinar, así que ¿por qué llevar una parrilla? Si el parque en el que te alojas tiene una tienda, ¿por qué llevar leña de casa? En mi caso, las dos mejores cosas que empaqué fueron una tienda de campaña para dormir y otra para comer. Ambas eran muy fáciles de montar y cómodas. Aunque sólo éramos seis personas durmiendo en mi tienda, me llevé una tienda para diez personas y fue una buena decisión porque descubrí que en la caja de las tiendas ponen la capacidad de las personas que van a dormir pero «muy juntas». La tienda que elegí tenía además un pequeño porche en la entrada que nos daba aún más espacio.

La importancia de dos tiendas de campaña cuando se acampa

Lleva dos tiendas de campaña: una para comer y otra para dormir.

  1. Preparación. Investiga todo lo que puedas. Aunque lo hicimos, pasamos por alto algunos detalles. Por ejemplo: 1) no montamos la tienda en casa para poder practicar cómo hacerlo; y 2) no la rociamos con un líquido impermeable porque estábamos seguros de que no llovería. Y resultó que llovía justo cuando la estábamos montando. Y perdimos un tiempo valioso porque no teníamos práctica. Los amigos que viajaban con nosotros montaron su tienda en menos tiempo porque habían ensayado cómo hacerlo antes del viaje.
  2. La compañía. Mejor ser mimados que amigos mimados, en definitiva amables y considerados. ¡Eso fue una de las mejores cosas de mis vacaciones de camping! Mi amiga Ziomara Belete, que era mi vecina de tienda, resultó ser la mejor compañía: nos prestábamos sartenes mutuamente, compartíamos la comida. Y como ella es mucho mejor cocinera que yo, salí ganando.
  3. La comida. Como todos sabemos, en vacaciones siempre hay caprichos, así que decidimos contrarrestar las tentaciones con alimentos sanos y fáciles de preparar. Preparamos un menú «saludable» con antelación: Filete para el primer día, hamburguesas de pavo para el segundo, sándwiches después de eso…. ¡Y mucha ensalada! Un buen congelador de helados de tamaño familiar, que renovamos gracias a la tienda de suministros del parque, nos permitió comer verduras todos los días.

6. Ajuste. Uno de los principales obstáculos que tuve que superar antes de embarcarme en la aventura del camping fue mi actitud. Me resultaba incómodo y, sobre todo, me preguntaba dónde encontraríamos un baño cuando estuviéramos a la intemperie. Resultó que acampamos cerca de un baño y el parque lo mantuvo perfectamente limpio.

  1. Prepárate para asombrarte. Las imágenes que nos regala la naturaleza cuando estamos cerca de ella no tienen precio (como dicen los anuncios de las tarjetas de crédito). Todavía puedo imaginar el brillo en los ojos de mi madre, mi marido y mi sobrino frente a la hoguera, o lo perfectamente iluminado que se veía el cielo en plena naturaleza. Una noche, mientras hablábamos después de la cena, vi que la corriente del río que teníamos delante empezaba a brillar. Era como si llevara una corriente de estrellas. «¡Son peces eléctricos!», exclamó alguien.

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