Históricamente los mapas han sido representaciones ideológicas confeccionadas por quienes ostentan el poder; concebidos como instrumentos de dominación para la apropiación utilitaria de los territorios y el delineamiento de fronteras divisorias. La primera etapa de este proceso, propone el “mapeo” como una acción colectiva en manos de…, a través del caminar de los pies de…, a oídos de…, por el relato contado de quienes cotidianamente habitan las condiciones ambientales, culturales y socio−económicas específicas de este territorio que es la Universidad Tecnológica de Pereira. La construcción de un nuevo relato que guíe el recorrido a través de este campo abierto de sentidos, ya no desde la perspectiva del “poder” o los discursos oficiales, sino desde las experiencias, las memorias, las preguntas y los saberes múltiples reales de sus habitantes.
Conversaciones que tienen como propósito hacernos amigos y que serán luego retomadas por fragmentos en la construcción de un guión sonoro que orientará un recorrido geopoético por el campus a través de las múltiples voces que lo habitan de distintas maneras.
Al principio fue la escucha. Para las disciplinas de la retórica, las figuras son formas propias del pensamiento y el lenguaje inspiradas por la naturaleza misma, a las que el arte solo enseña a usar con discernimiento. Con licencia de la imaginación, queremos pensar en la figura de un círculo y el movimiento circular de las partículas producidas por el desplazamiento de una onda –como el sonido −, para proponer espacios de escucha profunda con efectos de propagación expansiva.
Un círculo no se interrumpe, el movimiento con que le recorremos es continuo; es una forma sin jerarquías y con equilibrio, nadie puede en él estar “a la cabecera”, todos mantenemos en él una relación de equivalencia: siempre habrá alguien frente a mí y entre todos sostenemos la figura.
Esta es, entonces, una invitación a estudiantes y demás integrantes de la comunidad universitaria, diseñada sobre la figura del círculo y la acción de una escucha activa, para dar espacio al intercambio de memorias, situaciones del “día a día”, clandestinas o secretas, y preguntas –afectivas o intelectuales – enlazadas a este campus en el que transcurren años decisivos y se ponen en juego proyectos importantes para nuestras vidas.