Una mirada Re-Refresca

Conocidas por todos las dramáticas cifras de pobreza del país, por justicia social y por elemental ética tenemos todos los colombianos, la obligación de aportar y apoyar soluciones masivas que abran el camino a la erradicación del hambre, de manera que se les garantice a los pobres, el real acceso a los alimentos.

No podemos seguir tratando de imponer la posición del “Safety first” los unos y la del “Portafolio” los otros, pues el problema se nos volvió dimensionalmente tan grave, que se requieren combinar la macroeconomía de políticas técnicas, que den soluciones de largo plazo, con la microeconomía de políticas sociales que alivien en el corto plazo.

En lo micro nuestra propuesta nace de la teoría de la titularidad del alimento de Amartya Sen, partiendo de que Colombia tiene 2.793.000 predios rurales, de los cuales 2.300.000 son menores o iguales a una U.A.F (censo de minifundio en Colombia 1.995) donde once millones de colombianos, tendrían la capacidad de conseguir la comida, a través de los medios legales disponibles en la sociedad actual, tierra, mano de obra y conocimientos.

La filosofía del programa Red Seguridad Alimentaria (RESA), está enmarcada dentro de ocho premisas básicas; cuatro económicas y cuatro sociales.

Económicas:

  • El predio debe tener un eje económico principal que generara los excedentes productivos; bien sea este el café, el arroz, el sorgo, la pesca, la yuca etc., incluso el eje económico puede ser el alquiler de la mano de obra (jornal).
  • El predio tendra además uno o varios ejes secundarios, donde se producirá la mayor variedad de alimentos que consume la familia.
  • Mejorar la relación ingreso-egreso por la vía del aumento de la productividad de un lado y de la disminución del gasto por el otro, dejando de comprar lo que se puede sembrar.
  • Maneja los conceptos de mejores ganancias, al dejar de comprar lo que se puede sembrar, y el de productividad al tener mayor producción por unidad de área.

Sociales:

  • Se trata de un proyecto cultural antes que técnico (de transferencia tecnológica), busca el cambio de actitud, estimula a sembrar antes que enseñar a cultivar.
  • Cambia la asistencia técnica por la extensión agropecuaria, el agente externo muestra alternativas, lleva y trae conocimientos (vaso comunicante) y deja al productor que decida: Que, Como, Cuando y Cuanto producir.
  • Promueve la cultura SSP=SP, la Solución a Su Problema es Su P El estado apoya, pero es el agricultor el que decide su futuro.
  • Termina radicalmente el asistencialismo. Nada absolutamente nada se regala, todo se valora, tanto la motivación (capacitación) y los insumos que aporta el proyecto, como los conocimientos y el tiempo que aportan el productor. Es un juego donde todos toman y todos ponen. Es el negocio del gana gana.

Aplicación práctica de esta filosofía son los proyectos PESA (Pereira Es Seguridad Alimentaria) y el proyecto SAL (seguridad alimentaria local) de Anserma Caldas. El proyecto de Pereira en el año 2.000 atendió 1.600 familias campesinas (8.000 beneficiarios), con un costo de $ 543´000.000, lo que equivale a $ 339.000 familia año.

El proyecto SAL de Anserma Caldas, en el año 2.000 fue seleccionado por la Unión Europea, como uno de los cinco casos exitosos de gestión publica en Colombia. Este proyecto durante tres años atendió 59 de las 63 veredas del municipio, con 603 predios (3.015 beneficiarios). En el año 2000 atendió 395 familias con una inversión total de $160 millones, lo que equivale a $ 405.000 por familia año.

El proyecto le ahorra a una familia promedio de la zona en solo 8 productos que dejan de comprar (maíz, fríjol, plátano, yuca, hortalizas, café, huevos y carne) la suma de                  $ 3´153.167 por familia año. Ahorro igual al valor de 284 jornales o al precio de 80@ de café, que es la producción total de 2 has en los pequeños productores (40@ por ha es el promedio de producción nacional de los pequeños cafeteros).

Si tomáramos los 395 productores atendidos en el año 2000, el ahorro equivaldría $ 1.245 millones, es decir 7.7 veces la inversión que Anserma hizo en el proyecto ese año. Si llevaremos el ahorro a los 3.343 pequeños productores del municipio estaríamos hablando de $ 10.540 millones, plata que se ahorrarían los campesinos del municipio de Anserma si cultivaran lo básico de su alimentación. Esta cifra es casi el doble del presupuesto que el municipio manejo en el 2.000, el cual fue $ 6.040 millones.

Los resultados obtenidos y las experiencias montadas en varias regiones del país, permiten  plantear un gran programa nacional de  Seguridad Alimentaria, partiendo de la teoría de lo atípico implementada en Vietnam por Jerry Stern, que dice que en las comunidades, las organizaciones o los grupos sociales existen personas que obtienen mejores resultados que sus vecinos, lo que hay que hacer es analizar esos secretos, técnicas o métodos que tiene esa persona, identificarlos, sistematizarlos y masificarlos.

Basados en lo anterior el gobierno podría impulsar una política de seguridad alimentaria Rural, que podría beneficiar en los cuatro años del periodo las 2´300.000 pequeñas fincas, cubriendo 575.000 cada año. Con una inversión de $ 500.000 por predio, se requerirían $ 287.500 millones anuales, de los cuales los municipios aportarían la mitad representados en logística, oficinas y técnicos (UMATAS), es decir $143.750 millones y el gobierno central otros $ 143.750, de programas especiales como Plante y Plan Colombia ($ 71.875 millones) y los ministerios involucrados (los restantes $ 71.875 millones).

Con menos de $300.000 millones anuales, durante los cuatro años de un periodo presidencial, se cubren la totalidad de los agricultores del país, que tienen predios pequeños, que viven en sus fincas y asegurándoles la comida, podremos empezar desde lo rural, a construir la paz que tanto queremos los colombianos.

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