CONCIENCIA, CON-CIENCIA, CON 100 CIAO

Ante la cantidad y la calidad de la ciencia que se ha expuesto en este foro, prefiero quedar mal, tratando de motivar, que quedar peor tratando con mis escasos, escasísimos conocimientos científicos, igualar siquiera a uno de los presentes.

Hoy en nuestra óptica el problema mayor, más urgente, más ético, para resolver es el del hambre. Por eso la misión del CIAO se enfoca principalmente a tratar de resolver el problema del hambre.

Somos hoy 5.795 millones de habitantes en el planeta Tierra, de los cuales el 20% (1.160 millones) son pobres absolutos, ganan diariamente U$1 o menos y el 60% (3.477 millones) son absolutamente pobres, ganan U$2 o menos.

En los próximos 25 años, el hombre va a tener que producir tantos alimentos, como los que se produjeron, en toda la historia y pronto habrá tanta gente viva, como todos los muertos desde que se conoce la humanidad.

Seremos 8.500 millones en menos de un cuarto de siglo, ¿cómo los vamos a alimentar?

¿Acaso estamos pensando en el canibalismo como solución a los problemas de deficiencia de proteína o de energía?

¿Será que el hambre es el equilibrio que busca el desarrollo?

Que no se nos olvide que las pestes, que diezmaron media Europa se convirtieron en el equilibrio durante el medioevo.

¿Podremos volver caníbales a los humanos?

Según Claude Bernard, fisiólogo francés, la ciencia moderna fue capaz de convertir en carnívoros a los rumiantes herbívoros, conclusión a la que llegó después de analizar que la orina clara y alcalina, propia de los herbívoros, se había vuelto turbia y ácida, característica propia de la orina de los carnívoros, lo cual se logró gracias a una dieta basada en harina de sangre, de vísceras, de plumas y de huesos, además de que nuestras vacas modernas se consumen el 50% de todo el pescado que se captura en el mundo.

A pesar de que en el CIAO creemos que el hombre fácilmente se puede volver caníbal (al fin de cuentas es solo un problema cultural), más firmemente creemos que hay soluciones más éticas y más humanitarias de resolver el problema de hambre de la humanidad.

El problema, es un problema de energía, citando al Dr. Molina, autor de “Hacia una nueva agricultura” y de “Tranqueras abiertas”: Alimentos y energía representan en el fondo la misma cosa.  La “máquina humana” necesita 2.500 Kilo calorías diarias para un hombre de 70 Kilogramos con ocupaciones sedimentarias (oficinista, empleado o conferencista), en cambio la necesidad de Kilocalorías aumenta rápidamente a 3000 o 4000 cuando se realiza un esfuerzo físico intenso, como ser agricultor o deportista.

Todo alimento que consumimos puede ser expresado en unidades de energía, en la misma forma que un combustible corriente.  Así un kilogramo de pan contiene 2.600 kilocalorías, la grasa animal 9.500, el maíz 3.600 etc.   Las calidades de energía pueden ser diferentes, pues un hombre no puede tomar gasolina para satisfacer sus necesidades de kilo calorías, pero en el fondo es el elemento comparativo universal para poder entender el contenido energético de los más variados productos.

El gran problema es cómo transformar en alimentos la energía que requiere la humanidad.

Un estudioso del tema al darle a los animales un equivalente-hombre (es decir, que un tercio de buey o 3 cerdos o 20 gallinas consumen la energía de un hombre), encontró que para producir los cereales necesarios, para alimentar los animales que se requieren para alimentar los 5.795 millones de humanos, se requeriría un total de cereales igual al que consumirían 19.600 millones de humanos.  El reto es entonces por demás grande.

El problema es de energía. El  17  de  octubre  de  1973  (hace  25 años, 11 meses, 27 días, 14 minutos y 23 segundos), los países llamado desarrollados ocasionaron el peor desastre moderno, en lugar de arrojar bombas atómicas, solo les bastó con cerrar unas cuantas válvulas y la materia prima de la revolución  verde,  el   petróleo,  pasó   de  U$ 2 el galón a U$ 40 el galón y con esto todo el esquema de los abonos químicos se les volvió insostenible, ya no podría más Holanda seguir reemplazando el nitrógeno de las leguminosas, por los 200 y 400 Kilogramos de urea que le aplicaban a sus pasturas.

Lo anterior llevó a universidades como la de Nothingham en Inglaterra, a investigar la fijación de nitrógeno atmosférico a partir de gramíneas como el arroz o el trigo, estimulando a las bacterias que viven en sus raíces a adquirir mayor eficiencia en la fijación de este nitrógeno.

La situación obligó a sus vecinos de Sur-África a producir “el carburante de granja” o aceite de girasol. Solo se necesitan 60 litros diésel o de aceite de girasol para mover el tractor que siembra una hectárea de girasol, el cual después de cosecharlo produce 600 litros de aceite carburante y nos queda como “desecho” toda la torta, con la cual se alimentará el ganado. Tal fue el éxito de la nueva alternativa energética, que el gobierno sudafricano tuvo que reglamentar utilizar solo el 20% del aceite de girasol como carburante para los tractores a fin de que no se escaseara para el consumo humano.

Creemos, al igual que la revolución verde, que la solución está en el N, P y Ca, pero a estos le damos una aplicación diferente; queremos el nitrógeno en el aire para que de allí lo tomen las plantas, el fósforo el que produce ese fuego sagrado que rodea el kraal donde los Namibios guardan su ganado. Ese fósforo lo queremos en el cerebro (Phoz= luz Theras=llevar), un fósforo que lleve la luz, la energía necesaria para incendiar mentes y no montes y el calcio los queremos en los huesos, para soportar las duras jornadas de trabajo que tenemos que emprender, si de verdad queremos acabar el hambre.

Educar es la clave, es en la banca de la escuela y no en la ventanilla del banco donde encontramos las soluciones.

En la Revolución del Saber, Chorofas dice “La fuente de recursos más notable de que dispone una economía moderna no es el dinero, ni las materias primas, ni los buenos equipos, sino la abundancia de talento”.

No podemos seguir dejando que en un mundo con hambre se siembren papas por tubérculo, que resulta casi tan estúpido como sembrar huevos para sacar pollitos, hay que sembrar papas por semilla sexual, cuyo valor es solo el 2% de los costos totales de producción frente al 30-40% que es el costo cuando se usan los tubérculos como semilla.  Si no nos comemos los tubérculos no nos moriremos de tuberculosis sino de tuberculosos.

Hay que enseñar el proceso no el contenido, hay que enseñar a pensar no a recitar, hay que enseñar a preguntar no a contestar.

No podemos seguir utilizando tecnologías inadecuadas (insostenibles) que gastan más de lo que deberían gastar, para producir menos de los que deberían producir.  Resulta absurdo gastar casi 5000 Kilocalorías para producir 1 Kilogramo de pan que solo aporta 2.600 Kilocalorías.

Dicen los que saben del tema que el ser humano no usa ni el 5% de su capacidad cerebral. Einstein se cree que no usó ni el 10% de su cerebro.  Entonces el problema no es de Hardware (equipo) es de Software (programa), entonces la educación es la clave.

Hay que enseñar a pensar antes que escribir o a leer; Alejandro Magno era analfabeta, sin embargo fue el más grande conquistador que conoce la humanidad; cuando lo pusieron a desatar el nudo gordiano, asombró a los inquisidores científicos partiéndolo con la espada.  Cristóbal Colón paró un huevo en su vértice aplastándolo, Davinci, el célebre pintor, inventó el helicóptero atornillando el aire, Enrique VIII diseñó el tenedor cortando un cuchillo y Arquímedes corrió desnudo gritando ¡Eureka! al entender porque flotaba su jabón.

No es la reforma agraria, es la reforma del hombre la que solucionará los problemas.

En razón a todo lo anterior, en Risaralda, un pequeño departamento de Colombia, con solo 3.500 Kilómetros cuadrados de superficie y una población cercana al millón de habitantes, decidimos crear el CIAO para tratar de encontrar soluciones concretas a problemas específicos.

Porqué ante la pregunta del millón de dólares, de ¿qué hacer?, dimos una respuesta de un centavo, simplemente hacer.

Ante la simpleza de nuestra propuesta, la Corporación se volvió nacional y seguimos con la misma nómina haciendo un gran alboroto por un pequeño logro, como lo hace la  gallina cacaraqueando un simple huevo; la sencillez de nuestra propuesta hizo que nuestro supermercado de tecnologías se lo llevara México, Costa Rica, Brasil y próximamente Japón, donde estaremos en Noviembre describiendo nuestro modelo en Tokio, Kioto y en Kumamoto; por la misma razón, estamos en este bello país Africano para tratar de aprender de los Ovambo, los Kavango, los Tswana y los Caprivinos y ver como en el parque de Kaokoland sus elefantes, entendieron que tenían que alimentarse de las hojas del árbol sin arrancarlo y para tratar de entender ese maravilloso proceso que se inventó su Welvitschia Mirabelis, para sobrevivir a costa de los esqueletos y el Kalahari capturando el rocío.

¿Y Qué es el CIAO?

El Centro Internacional de Agricultura Orgánica (CIAO) es una ONG, sin ánimo de lucro, con fines de interés público, perteneciente al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural como entidad de investigación alternativa.

La Corporación nació descentralizada y funciona a nivel regional con centros virtuales, a los que le aplicamos el principio de la “CCDT” : Capacitación Con Destete Precoz, los centros se acompañan seis meses, tiempo al cabo del cual se dejan en libertad de alimentar o dejar morir “su sueño”.

Nuestra Misión

Ante la crisis mundial de alimentos, agua y empleo, la misión se enmarco en tres principios: Seguridad Alimentaria, Conservación del Ambiente y Bienestar Sostenido.

Con el primer principio pretendemos encontrar alternativas para solucionar el problema de hambre de la humanidad, enfocándonos especialmente a los pequeños productores rurales.

Con el segundo principio no conservamos el ambiente, lo que hacemos es generarlo, por eso enseñamos a sembrar, cultivar, producir y cosechar agua, esa agua que ustedes tienen en forma de niebla que les trae la corriente de Benguela y esa agua  que ustedes en el parque de Etosha aprendieron que podía ser agua seca.

Logrando la seguridad alimentaria y la generación del ambiente, en el presente y en el futuro, estamos proporcionándole a la humanidad un bien estar sostenido, que es nuestro tercer principio.

La Estructura

Nuestro organigrama es un juego circular de piñones que cambian de posición y de colores constantemente, es circular porque así entendemos el tiempo y tenemos claro que si hoy no es posible, la oportunidad volverá mañana.

Creemos y creamos nuestro sueño, por eso tomamos la vida como un Re-creo (creo de creer y creo de crear).

Nuestro sueño, a diferencia del de la mayoría no está adelante y arriba, el nuestro está atrás y abajo; atrás porque rescatamos saberes y abajo porque tiene los pies sobre la Tierra.

Nuestra Estrategia

La del caracol es nuestra estrategia, despacio que hay afán, damos pequeños pero seguros pasos.  El norte lo tenemos claro, vamos hacia él, sin importar que haya que retroceder, girar a la izquierda o a la derecha, giramos sobre el eje si es necesario, pero siempre estamos en movimiento.  Generamos y re-generamos energía.

Partimos de abajo hacia arriba, de adentro hacia afuera, de lo fácil a lo difícil, de lo simple a lo complicado, de lo barato a lo costoso y sobre todo, de lo pequeño a lo grande.

No enseñamos a sembrar café, ni mucho menos a cultivar maíz, cultivamos el hombre y sembramos ingenio y creatividad, por eso tenemos un bio-laboratorio, que funciona como un supermercado de tecnologías, del que se toma lo que se necesita, no una tienda de investigación donde se entrega únicamente lo que se pide.

El Mensaje

Difundimos un mensaje eco-lógico, le hacemos eco a todo lo que nos suene lógico.  Por eso impulsamos una revolución, no una revolución verde o una revolución industrial, no, nuestra revolución es multicolor, es la revolución del arco iris, la revolución más importante, la revolución del hombre, la revolución del individuo.

Nuestra revolución empieza con el amarillo de la revolución positiva de Edward de Bonno, la del positivismo, la de la lógica fluida antes que la lógica pétrea.  El amarillo del girasol de Sudáfrica o de la Línea Amarilla de Anserma Caldas.

Sigue el azul, el inmenso azul de mil tonalidades que tienen las aguas continentales, donde se aplica la piscicultura sostenible del Profesor George Chan.  Continúa el rojo de la lombriz de tierra, ese prodigioso animal que tanto estudió Darwin buscando el origen del hombre.

También nuestra revolución se pinta de marrón, el humilde color de los franciscanos, con que se visten los hongos superiores queriendo disimular sus muchas virtudes. Luego aparece el negro de las utilidades, el de los saldos en negro que debe tener nuestra FINCA, cuando la manejamos con criterio de S.A. (Sociedad Anónima), para poderlas llamar FINCASA.

Nuestra revolución también tiene el color blanco, representado por las canas de la experiencia y de la sabiduría de nuestros mayores.  Ese blanco que mezclado con el negro de las utilidades nos da el color de la materia gris, la materia del conocimiento.

Termina esta sinfonía de colores con el verde, no con la tonalidad de la revolución verde, sino con la de los abonos verdes, con el de la biodiversidad de nuestro trópico y sobre todo, con el verde esperanza en que se transforma todos los días el amarillo de la energía del sol, en ese verde, maravilloso y único verde, el de la clorofila.

Finalmente, en este foro somos unos pocos cientos de personas tratando de buscar soluciones al problema del 60% de los pobres absolutos y de los absolutamente pobres, por eso tenemos que aprender a racionalizar la energía y nuestra energía.  Tenemos que ponernos de acuerdo y ordenar nuestros iones para convertirnos en el imán que arrastrará la humanidad en el propósito de erradicar el hambre.

“Maktub” (está escrito) quien entra al desierto no puede volver atrás… y cuando no se puede volver atrás, solo debemos preocuparnos de la mejor manera de seguir adelante.  Por favor pongámonos de acuerdo.

No me cupo en la calculadora la cifra de miles de millones de kilocalorías (energía no renovable) que me he gastado desde  el 10 de octubre que baje de mi apartamento, usé un ascensor, tome un taxi, me monté en un avión que hizo la ruta Anserma, Bogotá, Buenos Aires, Pretoria y Windhoek, subí por escaleras eléctricas, baje por escaleras también eléctricas, tomé alimentos cultivados, preparados y calentados con energía para llegar a este salón ventilado con energía, alumbrado con energía, para presentarles una fotos tomadas con energía, proyectadas con energía, leer unas notas escritas en un computador que funciona con energía, tomarme un agua envasada con energía y hablarles por un micrófono que igualmente usa energía.  Qué derroche de energía no renovable para hablar de energía, por eso les pido el favor de que no gasten la energía renovable de sus aplausos para darme ánimo para erradicar el hambre, que ese me sobra.

Ponencia congreso mundial de seguridad alimentaria.  NAMIBIA

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