Hacia un desarrollo agropecuario sostenible

Cuneta Klinkenborg (3) que en 1930 en el estado de Iowa, E.E.U.U., cuando un agricultor recogía la cosecha de maíz, buscaba las mazorcas grandes, bien formadas y llenas de granos completamente, luego escogía las mazorcas perfectas con 24 carreras de grano, de cada mazorca escogía tres o cuatro granos y los ponía en una bandeja a germinar teniendo identificados los granos para saber de qué mazorca venían.  Las mazorcas cuyos granos no germinaban iban para los cerdos y los pollos.  Las mazorcas que presentaban granos con buena germinación eran puestas aparte, desgranadas y utilizadas como semilla para la cosecha del año siguiente. Este agricultor cosechaba en promedio 3Ton/Ha.

A partir de 1950 las cosas cambiaron.  Las semillas ya no eran las de la cosecha anterior sino híbridos patentados por compañías nacionales productoras de semillas.  Y debían comprarse cada año, porque la semilla de segunda generación de híbrido no produce igual a la sembrada con semilla de primera generación.  Utilizando suficiente fertilizante químico, pesticidas y utilización de fuerza mecánica, este agricultor lograba obtener 9 Ton/Ha en promedio.

Esta historia va más allá de ser un recordatorio de que la verdadera tecnología agrícola es el conocimiento de los agricultores, acumulado lentamente a través de los años y desde luego respaldada en pruebas de campo.   Ella nos habla también de la energía adicional invertida para aumentar la producción de maíz.  Pero no nos habla de la eficacia de su utilización.

Por lo general, las principales fuentes de energía actuales no son renovables: el gas, el petróleo, el carbón, la turba y la energía nuclear.  Hay sin embargo, fuentes renovables: la madera, la maleza, el estiércol, los saltos de agua, las energías geotérmicas, solar y eólica y las que aprovechan la marea y el oleaje, así como la fuerza muscular del hombre y de los animales.  A esta categoría pertenecen también los reactores nucleares que producen su propio combustible y los reactores de fusión (1).

El gran problema del mundo moderno es producir o transformar la energía necesaria para alimentar 5.700 millones de humanoides.  Pero el problema es más grave.

Jorge Molina (2) hace la equivalencia en gallinas, porcinos y vacunos/hombres, en relación al consumo de energía que requieren los animales que alimentan los 5.700 millones de humanos y resulta que tenemos que producir para esos animales la energía equivalente para alimentar aproximadamente 19.500 millones de personas hoy en día.

Pero si estas cifras producen sobresalto, el problema grave realmente es que de los 5.700 millones de habitantes del planeta tierra, el 20% son pobres absolutos (1.400 millones) que ganan un dólar o menos al día y el 60% dela población total, es decir 3.240 millones, ganan menos de dos dólares al día. El reloj de la miseria hace engrosar cada minuto 47 personas a las filas de la pobreza, lo cual equivale a 67.680 personas diarias y 25 millones al año.

La clave entonces para los países en desarrollo, es producir sus alimentos con un mínimo de inversión de energía artificial.

Qué hacer? Estudiar, investigar, pensar, crear, inventar, pero sobre todo aprender a utilizar con eficacia la energía.

En el CIAO cultivamos el hombre y enseñamos aprendiendo. Nuestra pobreza es un 10% tecnología y un 90% mental o sicológica.

En el neolítico, el hombre aprendió a usar la energía solar para producir alimentos.  La relación entre la energía gastada o invertida y la energía producida y almacenada en los alimentos era muy elevada, alrededor de 1:15 a 1:25.

Hoy en Holanda y los países desarrollados por cada unidad de energía proveniente del sol o de otras fuentes solo se obtienen dos unidades de energía en el grano o en la hierba producida.

Un kilogramo de fertilizante de nitrógeno requiere para producirlo alrededor de 17.600 kilocalorías.  Un kilogramo de petróleo tiene 9.570 kilocalorías, por tanto, se requieren dos kilogramos de petróleo por kilogramo de nitrógeno fijado en los fertilizantes. En conclusión, fertilizar un cultivo con 200 Kg/Ha de urea tiene un costo en kilocalorías iguales al que tienen 400 kilogramos de petróleo.

Según Michel Balzer del Instituto Biodinámico de suelos de Alemania, gran conocedor de los suelos colombianos, las reservas nitrogenadas y de otros elementos mayores y menores de los primeros 10 centímetros de la capa arable, de la mayoría de nuestros suelos dedicados a la agricultura, están lejos de cualquier nivel crítico que impida la producción normal de vegetales.

Será el cambio del sistema productivo que afectó al productor de maíz de Iowa en la década del 30, el que impulsó entre nosotros el consumo de coliflor, lechuga, crespa, espinaca, repollo, que se producen por semilla, cayendo en desudo el consumo de mafafa, arracacha, cidra, badea, col, chachafruto las cuales no hay que traerlas de Holanda consumiendo energía hasta en el empaque ?.Entonces de quién es la crisis: del Agro o del Agri-cultor (transcultor) ?

La industrialización del azúcar y la panela usa casi en un 100% la energía del bagazo de la caña. En Brasil es común el carro con motor a alcohol, o de remolacha en Uruguay.

En África se vende leña y pasturas como combustible de cocina; se usa el estiércol y el biogás. En África produjeron “carburante de granja” para los motores diésel:

1 litro diésel = 11.600 Kilocalorías

1 litro de aceite de girasol = 9.500 Kilocalorías

Se requieren 60 litros de diésel o de aceite de girasol para sembrar una hectárea de girasoles que producen 600 litros de aceite (sobran 540 litros de girasol más toda la torta para alimentar el ganado).

Definitivamente no podemos seguir produciendo un pan que tiene por kilogramo 2.600 kilocalorías y que cuesta producirlo casi 5.000 kilocalorías.

Tampoco sembrar una hectárea de papa con 1.500Kg de tubérculo que cuestan 2 millones de pesos, pudiendo sembrase con 150 gramos de semilla sexual que cuesten 140.000 pesos.

Necesitamos una revolución mental, educativa y alternativa.  Avanzar hacia un sistema agropecuario integral, tropical, basado en el insumo que menos hemos utilizado en beneficio de nuestro bienestar común; el pensamiento autónomo.

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