Una reflexión sobre las Agricultura Alternativas

Quiero agradecer a la corporación para la protección del ambiente y a su presidente Dr. WILLIAM AVILA, la gentil invitación que me han hecho a este importante foro, el cual refleja por la calidad de los participantes internacionales y nacionales, la importancia que esta tomando la agricultura moderna, llámese esta orgánica, biológica, biodinámica, ecológica, tradicional, etc., en el desarrollo del mundo actual.

Quiero aprovechar para dar un especial agradecimiento a Rachel Carson por permitirme conocer su primavera silenciosa, a Ramón Folch por dejarme ver que lo hermoso puede ser poderoso, a Jean María Roger por dejar que entrara en su espiritualidad natural, a Mansanuba Fukuoka por permitirme entender que la revolución  se puede hacer con una brizna de paja, a los premios novel alternativos Sundulal Bahuguna quien me dejo abrazar sus árboles; a Cary Fowler y Pat Mooney que me dieron su legado agrícola, a Baill Mollison por su permacultura, a Leopold Kohen quien me advirtió de los peligros del superdesarrollo  y en fin a todos aquellos autores que han logrado que hoy mire el mundo y la vida de una manera diferente y de los cuales tomo  sus conceptos y datos para mis conferencias.

Finalmente quiero expresar mi eterna gratitud a mis profesores de veterinaria, a los Cardona, los Durán, los Sánchez, los Jorge Iván, los Melo, los Pispos, los Madrazos, etc., a todos y cada uno de ellos, que permitieron (en ya lejanas épocas) me asomara por la ventana del salón de clases a mirar que existían otros mundos en los cuales nos podíamos desarrollar como seres humanos y vivir felices, completamente felices, como es mi caso.

Pero con el ánimo de contribuir en algo más al congreso, hago estas breves elucubraciones, que solo buscan hacer reflexionar un poco en tan importantes temas.  Un segundo de reflexión que logre en uno de ustedes bien habrá justificado el preparar estas líneas.

Según Tehiard de Chardin la gran cantidad de seres humanos que se desarrollan crean una capa de inteligencia que rodea la tierra denominada NOOSFERA o esfera de las ideas.  Moviéndose en esa esfera de ideas el hombre moderno ha creado un sistema económico basado en la producción y demanda de servicio.

Esa noosfera ha sido la constante en que para vivir civilizadamente el hombre y sus artefactos desechables requieren de 25.000 W diarios, cuando para satisfacer su energía alimentaria solo requiera de 125 W día, lo cual significa que la energía que consume un Europeo “civilizado” es igual a la que consumen diariamente 200 indios amazónicos.

Esta conceptualización de falsos valores modernos nos ha llevado a disponer de muchas cosas que no valen lo que cuestan (TV, Carro, etc.), destruyendo para ello recursos que todavía no cuestan lo que realmente valen (bosques, ríos, etc.).

Lo anterior ha hecho del hombre del siglo XX el mayor depredador del ambiente y de su misma calidad de vida, constituyéndose en el primer enemigo de si mismo y de todo lo que lo rodea.

Los criterios de superficialidad en que nos movemos se ven agravados ante la explosión demográfica, se precisó de toda la historia de la humanidad para llegar a ser 1.000 millones, en un siglo nos duplicamos (2.000 millones) y antes del siglo XXI seremos 6.000 millones.  Pronto habrá tanta gente viva como muertos a todo lo largo de la historia, lo cual hace que nuestros problemas ya no sean materiales sino dimensionales.

Lo grave no es pues la pobreza, sino la extensión de la pobreza, no el desempleo sino sus altos índices, no es la guerra sino su escala atómica, no son los químicos sino la cantidad de químicos que estamos empleando.

Esta dimensionalidad hace que el sistema además de ser éticamente injusto, resulte funcionalmente explosivo si consideramos que dos tercios de la humanidad están ubicados en los estratos de pobreza absoluta y el otro tercio esté clamando por una vida más digna, por una mejor calidad de vida.

Ahora bien cabe preguntarnos que nos ha llevado a esta situación? y la respuesta no puede ser única, es indudablemente multicausal y si analizamos una de ellas, la que a nosotros los técnicos y productores agropecuarios acá reunidos nos compete, nos damos cuenta que parte de la en mala hora llamada Revolución Verde.

Esa Revolución Verde que queriendo satisfacer las necesidades de comida de la humanidad cambió la producción por la productividad, sin importarle acabar con el sistema agroecológico, que es lo único que le podríamos dejar a nuestros hijos, ya que decidimos dejarlos en un mundo sin valores, una revolución que solo le interesa darle alimento a la humanidad sin importarle que estos, contaminados y envenenados acaben lenta y agónicamente con su vida.

Todos conocemos las “virtudes” que tiene el DDT de almacenarse en órganos ricos en grasas, de potencializarse en el tiempo y de pasarse de un organismo a otro; sabemos del “atributo” que tiene el Clordano de ser sus residuos largamente persistentes en la tierra; conocemos la “característica” del Aldrín de poseer una relación alter ego con el Dieldrín.  Los fosfatos orgánicos Paration Malation y compañía son famosos por sus “dones” de destruir enzimas y ser muy efectivos en la toma de decisiones precipitadas (suicidio).

Si tomamos los herbicidas encontramos que tienen tantas “virtudes”, “atributos”, “características” y “dones” como los insecticidas, por eso se les conoce con el nombre técnico de Biocidas, aunque por sus resultados podríamos llamarlos igual pero en distinta ortografía “BIO-SIDAS”.

Una revolución que le enseńa a las transnacionales que es posible mercadear una sola variedad agrícola a miles de Kms de distancia, sin importar el gasto de recursos no renovables que esto implica y por eso obtuvieron el monopolio exclusivo de las semillas, a través de la legislación internacional, semillas que obviamente están manipuladas genéticamente en su viabilidad y en su reproducción.

Una revolución verde que nos transculturizó, que nos convenció que era mejor traer papa de Pasto o de Bogotá que consumir la mafafa, arracacha o yuca que nos daba nuestra propia finca, que nos ensenó a comer uvas de la Unión o manzanas de Chile en vez de badea o banano de nuestro predio, que nos puso a comprar huevos y leche empacados en lugar de los producidos con amor.

Cabe entonces preguntarnos qué se hicieron la guama, el madroño, el chachafruto (o balay), la cidra, la col y el guineo?

Porqué cambiamos la cementera por la huerta, acaso nuestros campesinos saben comer brócoli, remolacha y lechuga romana, no preferían la col, la mafafa, el tomate, la cebolla junca, sus aromáticas y sus remedios caseros?

Nos han hecho creer que el sector no tiene posibilidad sino bajo la agricultura de la Revolución Verde, cuando según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos en el ańo 2.000 se cultivará en ese país el 65% del trigo, maíz, cebada y soya con el método de labranza mínima.  Cuando en Asia 50 millones de personas cultivan entre 10 y 18 millones de hectáreas por el método de rose, tumba y quema, cuando el 60% del maíz del trópico es tradicional y el 98% del garbanzo de África se cultiva asociado.

El gran error fue adaptar la agricultura al esquema empresarial de producción en serie o en cadena, cuando sabemos que éste funciona muy bien en la industria pues su fuerza primaria es la mecánica, pero no en un sector cuya fuerza primaria es la biología, donde existen muchísimos más factores exógenos incontrolables.

Ante la dramática situación que nos encontramos, qué hacer?  Primero empecemos por renovar conceptos y criterios, para lo cual resulta fundamental cambiar el paradigma de que la agricultura moderna es la agricultura química.  Agricultura moderna, son todas aquellas agriculturas alternativas que buscan el desarrollo sostenido y la conservación del ambiente, de todo el ambiente y no del medio ambiente (semánticamente más inexacto), que es lo que nos ha dejado el desarrollismo; esas agriculturas biológica, biodinámica, ecológica, indígena, orgánica, tradicional, etc., que con sus prácticas tradicionales simples nos dan calidad de vida y conciben al hombre en un concepto integral de ser humano.

Tenemos que entender que la mayor fuente de energía moderna es el ahorro.  El agua que desperdicia el goteo de un grifo durante un mes equivale a 30 litros, cantidad suficiente para bañarse un hombre durante todo un ańo.

Tenemos que convencernos que no somos un país preindustrial, somos un país post-industrial rural en el cual tenemos ventajas comparativas inmensas, no en vano aún tenemos agua (en algunas regiones), para dar y convidar, contamos con mayor biodiversidad que cualquier otro país del mundo y resulta una ventaja de primerísima importancia tener verde (hojas) durante todo el ańo.

No en vano Estados Unidos, Rusia, Japón e Italia han acumulado en sus bancos de genes las dos terceras partes de la biodiversidad genética del mundo, ellos entendieron que la biodiversidad es el primer eslabón de la cadena alimentaria, lo cual resulta un problema de seguridad nacional.

Tenemos que entender que ante los problemas de desempleo lo que hay que utilizar son tecnologías intermedias que requieran más mano de obra.  Hay que crear industrias y procesos “limpios” cuya base sea el trabajo intensivo y que las necesidades energéticas sean cubiertas por recursos renovables: la fuerza del hombre y de los animales, el agua, el sol, el viento, el gas de la biosfera, etc.

Lo anterior hace que el dato más importante de mi “Ridiculum Vitae”, sea el haber nacido en Anserma Caldas, pequeño pueblo cafetero que antes de amilanarse por la crisis del sector decidió jugársela con el ambiente y hoy no solamente es orgulloso portador del premio nacional de ecología Luis Carlos Galán Sarmiento con su Línea Amarilla, sino que además es el municipio líder del país en tecnologías de punta en post-cosecha cafetera, con el beneficio ecológico del café, tolva por gravedad, despulpado cero agua agregada, transporte de pulpa con tornillo, desmucilagenado mecánico y secado con la energía producida por el cisco de su propio café.  Proceso que en conjunto no solo significa considerable ahorros en agua, energía contaminante y costos, sino que además demuestran que las dificultades no existen, que son solo punto de partida a soluciones.

Ponencia presentada en el primer seminario internacional de agricultura orgánica.  BIOMA Santa Fe de Bogotá

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