De un millón ochocientas mil especies descritas en todo el planeta, el 9% (1.8 millones), son especies marinas, pero se cree que en el mar podría haber hasta diez millones de especies no clasificadas.

Cerca de mil millones de personas dependen de la pesca para obtener el 30% de su aporte proteico.

La captura desperdiciada de peces (sin contar mamíferos, tortugas y aves marinas) llega al 25% de las capturas anuales. Como si fuera poco, el 30% de peces capturados se utiliza para hacer concentrado para la alimentación animal y un tercio de la humanidad aguantando hambre.

El 40% de la población mundial vive a menos de cien kilómetros de las costas y el 75% de las ciudades más pobladas son costeras.

Estos datos que nos dan Edgard o. Wilson, en la diversidad de la vida y Lester R. Brown, en la situación del mundo, deberían ponernos a reflexionar.

Si miramos el mapa del mundo y nos dirigimos a América latina y el Caribe, vemos que todos los países excepto Bolivia y Paraguay tienen costas, lo cual significa que tienen mar, lo que les da derecho a las riquezas que hay en ellos en 200 millas marinas.

La pregunta es ¿por qué no les damos a nuestros países la tecnología adecuada para que de manera sostenible mantengan una relación amistosa con el mar? para que nos provea de peces, mariscos, moluscos, algas y tantos alimentos que aún no se han descubierto, para no hablar de las otras riquezas como petróleo y minerales que se encuentran en el mar.

Si además de la riqueza en aguas, y nuestros ríos y lagunas no se congelan como en otros hemisferios, además de tener sol todo el año, no entendemos por qué no somos potencia mundial en piscicultura tropical.

La invitación de “Pensando pensamientos” para América latina y el Caribe es a que descubramos nuestras riquezas y las aprovechemos de manera sostenible para que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos, también lo puedan hacer.