Pensando Pensamientos Acuáticos (21)

Nuestro planeta Tierra debería llamarse planeta agua, en razón a que el 71% es agua y solamente el 29% es tierra. Y además, la tierra está llena de páramos, nevados, ríos, lagos, lagunas, humedales, jagüeyes, ojos de agua, nacimientos y hasta piscinas llenas de agua. ¿Por qué no llamarnos planeta agua? Cuando llevamos años y años buscando agua en la luna, en Marte y en…

Nuestra Colombia debería llamarse “Agualombia” en razón a que eso es lo que tenemos, agua, agua en: dos mares con 2.952 kilómetros de costa; 92´886.00 hectáreas de área marina; 2´600.000 hectáreas de lagos y lagunas; 120.000 cauces de ríos; aún nos quedan páramos y selva húmeda y, como si fuera poco, llueve en promedio 1.600 milímetros al año. Agua más que suficiente para cultivar, si tomamos como referencia a Israel que cultiva con 60 milímetros al año.

A pesar de esa enorme riqueza, de ese enorme activo, de ese enorme capital, no vendemos agua, no en forma de grandes bloques de hielo como en alguna ocasión les vendieron a los árabes, ni tampoco en sus nacimientos y montañas como un país Africano le vendió a los franceses. Vendamos agua tratada, si se quiere en botellas, el gran negocio hoy de las multinacionales de refrescos, pero mejor vendamos agua procesada en forma de alimentos.

Vendamos agua de mar en forma de peces, mariscos, moluscos, crustáceos, algas, y hasta en forma de sal marina que está de moda, pero vendámosla nosotros y no permitamos que las grandes pesqueras del mundo entren a nuestros mares y se nos lleven nuestros peces, para que luego nos lo vendan como atún, sardinas o congelado.

Vendamos agua de los ríos, lagos y lagunas en forma de peces, camarones, algas (spirulina).  Vendamos agua en forma de luz con el gran potencial hidroeléctrico que tenemos.

Con el agua de lluvia podríamos vender soya, maíz, fríjoles, frutales tropicales (que gran biodiversidad tenemos), tubérculos (somos los únicos que hemos domesticado tubérculos para la alimentación humana).

No vendemos agua procesada e importamos maíz y trigo, sabiendo que para producir una tonelada de trigo se gastan 1.000 toneladas del agua que ellos no tienen.

No vendemos el agua pura de las montañas sagradas de lo arahuacos, pero compramos agua de las selvas que ya no tienen los franceses o los suizos.

¿Qué nos pasa? ¿Se nos secaría el cerebro con el calentamiento global? Pongamos un poco de agua en la cabeza, refresquémonos, pensemos y decidámonos a vender agua procesada y tratada si se quiere, al mundo y el desierto de la crisis financiera y del hambre lo cruzaremos bien.

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