Pensando Pensamientos Biodiversos (11)

Pensando pensamientos, está pensando en rescatar nuestra biodiversidad perdida. Cada día desaparecen muchas especies, y perder una especie en particular puede resultar irreparable, pero además tiene una connotación adicional, y es que no sólo no se cuenta ya con una especie comestible, sino que se pierde el material o la información genética necesaria para mejorar las especies que quedan.

Han desaparecido cientos de variedades de fríjol, maíz y papa; han prácticamente desaparecido de la dieta alimentos como la mafafa o rascadera (Xantosoma mafafa), la batata o camote (Ipomea batatas), los cubios (Tripoemlum tuberosus), las coles (Brassica oleraca), el tomate silvestre (Lycopersicum cerasiforme), los madroños o fruta de mono (Rheedia madrummo), los caímos, luma o cuaje (Chrysophelu caimito) etc., etc., etc., y muchos otros alimentos que el comercio mundial desechó, por homogeneizar la alimentación.

De las 30.000 especies comestibles que conoce la humanidad, hemos usado sólo 7.000 en toda la historia, y hoy doce productos son el 90% de la alimentación mundial. En un mundo en crisis de alimentos, rescatemos el Guandúl que nos da fríjol por cinco años, y las cientos de variedades de maíz y de papa que se nos han perdido por tener una o dos variedades que se acomodan a un mostrador o a un proceso industrial.

El tema no es Seguridad Alimentaria, esto es soberanía alimentaria, la soberanía alimentaria es un deber que tenemos todos los colombianos y los latinoamericanos de preservar lo nuestro como un acto de soberanía.

La ciencia no tiene fronteras, tenemos que producir semillas de zanahoria, remolacha, repollo, cebollas y todas aquellas plantas que consumimos. Eso es soberanía alimentaria, es no depender de otros países y otros mercados para poder comer.

La invitación es para que nuestros Ministerios, Secretarías de Agricultura y los centros de investigación en toda América, aporten recursos, los primeros, y dediquen, los segundos, sus mejores recursos y talento humano a investigar para recuperar nuestro valioso germoplasma, y así poder producir las semillas de aquellos productos que nos enseñaron a consumir. La soberanía alimentaria no es un derecho, es nuestro deber y tenemos que lograrla.

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