SIGUE ABIERTA LA EXPOSICIÓN 720/visita virtual
Este proceso de exploración artística se inspira en la Teoría de la Deriva, propuesta por Guy Deborg, en el marco del movimiento situacionista surgido a finales de los años 50. Durante el recorrido urbano, vemos cómo los cuerpos se apropian de los espacios, los transforman por medio de la imaginación y crean una geografía invisible a base de recuerdos y emociones. Incorporan elementos como la sorpresa, la provocación o la contemplación y se propone un intento de lectura inconsciente de los espacios.
La Teoría de la Deriva supone un llamamiento a vagar y dejarse llevar, trazando recorridos psicológicos según las diversas experiencias urbanas, y abandonando actitudes condicionadas por criterios económicos y utilitarios.
El pensamiento situacionista en el cual surgió la teoría, fue una reacción contra la ciudad reglada y aburrida, y enseñó a mirar el paisaje urbano, investigando nuevos modelos espaciales y comportamientos sociales. Ofreció una oportunidad para reflexionar sobre arte, política y ciudad, y para proponer una actitud inconformista con la experiencia urbana. Se pusieron en valor conceptos como el vagabundeo, el paseo, lo cotidiano, la sorpresa, el juego y lo espontáneo.
Partimos del concepto de Umberto Eco sobre arte y azar, quien considera el arte de su época — como el tachismo, informalismo, action painting o las obras en movimiento; entre otros, cita los móviles de Calder- cada vez más influido por la provocación del azar, de lo indeterminado, de lo probable, de lo ambiguo, de lo plurivalente» de las «sugestiones de la matemática, de la biología, de la física, de la psicología, de la psicología y del nuevo horizonte epistemolágico que estas ciencias han abierto». Estos conceptos provocadores requieren aclarar los límites dentro de los que el dibujo pueda admitir el máximo de ambigüedad y de participación activa del receptor sin que por ello la obra se disuelva en mero ruido. La apertura se entiende como un experimento hipotético que parte, por un lado, de una ambigüedad fundamental del mensaje artístico, y por otro, de una «tendencia operativa» común en estas obras. La obra de arte es definida como un objeto o una «forma» con unas características estructurales orientadas a la recepción.
Esta forma de entender el caminar por la ciudad tiene su antecedente en la figura literaria parisina del flâneur, cuyas observaciones llevan intrínseco un carácter de extrañamiento ante el espectáculo de la ciudad. Sus visiones parecen denunciar una especie de aburrimiento urbano que se apodera de los ciudadanos, la pérdida de la identidad entre la aglomeración y la sumisión a las distracciones que ofrece el espectáculo urbano. Adquieren un sentido mucho más crítico, que supera la observación, a priori pasiva, del flâneur, para fundamentar un cuestionamiento crítico de las matrices y códigos cotidianos. Las obras basadas en la acción de caminar por la ciudad, como veremos, han heredado las intuiciones que se plantease Benjamin, adaptándolas a la problemática actual.
Se ha reflexionado y escrito mucho acerca de cómo las ciudades han dejado de ser un lugar estable para convertirse en espacios en los que la movilidad y el tránsito son dos de sus rasgos más significativos. La mayoría de nosotros inicia su trayecto diario de manera automática, lo concebimos como el medio para llegar a un destino. Salimos a la calle a comprar. Los centros comerciales, “no lugares” que se han convertido en el punto de reunión y socialización. La ciudad es el escenario donde tienen lugar los acontecimientos imperceptibles, pero que encierran una fuerza poética. Moverse a pie y sin seguir el trazado ideado por el urbanista supone escapar de la normalización y control de la ciudad. Es por ello que adquieren un perfil subversivo que denuncia el conformismo, la estabilidad y la inclinación sedentaria de la sociedad de consumo.
Esta doble faceta de la ciudad, espacio y recuerdo, ha sido utilizada por artistas, que se alejan de la exposición en el cubo blanco para situarse en la calle. El recorrido horizontal o físico de desplazamiento se funde con el viaje vertical, evocador y poético, para constituir obras artísticas que, en esencia, comparten el hecho de caminar, y estéticamente vienen a ser consecuencia de las herramientas/técnicas del contexto en el que se ubica el artista.
Tanto los investigadores como varios artistas invitados, efectuaron un proceso intencional de realizar un dibujo todos los días durante un tiempo determinado por el propio autor (30 días, 2 meses, etc.) ante la improbabilidad de cumplir con el ejercicio en un tiempo tan extenso. La condición sine quanon era que los dibujos debían estar consignados en sus libretas de apuntes, las cuales serían exhibidas posteriormente en una exposición colectiva. Es así como se logra un acervo bastante amplio que, de manera intempestiva se vio acentuado, exacerbado por la situación inesperada de la Pandemia originada por el SARS COVID 19,Que le dio un carácter de “testimonio de época” a los resultados visuales del proyecto. Por ejemplo el trabajo “40 memes en 40 dias” del artista egresado de la UTP Edwin Morales Perdomo, realizado totalmente durante la fase de aislamiento total de la pandemia.
EXPOSICION 720 MEMORIA GRAFICA
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