“Los rincones de mi casa” es el trabajo más reciente realizado en el contexto de libro de artista; esta idea también surge a partir de la experiencia personal, de situaciones que me llevan a abrazar fuertemente la historia familiar que se ha construido durante muchos años en mi casa, como quien lleva en sus manos un gran tesoro. Si el proyecto que he venido desarrollando hace tres años “Estar en la Memoria” El Arte como Duelo, se instauró en la poética entrañable de la memoria sería imperdonable dejar de lado aquel lugar de memoria como es La Casa. Antes de realizar el libro como tal, comencé una experiencia, o mejor, un proceso que me atrevo a decir, me sorprende cada día más, tal como lo diría Bachelard en su Poética del Espacio,…los valores de protección y de resistencia de la casa se transponen en valores humanos. La casa adquiere las energías físicas y morales de un cuerpo humano…. Y es de esta manera como la casa ha sobrepasado el concepto de simple forma geométrica, de escritura y notaría, ha tomado la forma de un ser, de compañera y consejera, de madre.
Motivada por el grupo de investigación 700REPART, me resulta bastante satisfactorio además de vivir este proceso en Los Rincones de mi Casa, rincones de memoria; también compartirlo:
“La casa alberga el ensueño, la casa protege al soñador, la casa nos permite soñar en paz. La casa en la vida del hombre suplanta contingencias, multiplica sus consejos. Sin ella, el hombre sería un ser disperso. Lo sostiene a través de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida es cuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. El ser es de inmediato un valor. La vida empieza bien, empieza encerrada, protegida, toda tibia en el regazo de una casa”
Gaston Bachelard
La casa como “espacio de intimidad” es el primer lugar del ser humano, aquí se encuentra con él mismo para proyectar en ella toda su interioridad; en este espacio sucede su diario vivir, los encuentros con los espejos, las ventanas, los muros tal y como es él, de esta manera la casa se convierte en una forma de ser, en su prolongación. Una casa es un diario que contiene las obras completas de una familia sin importar la cantidad de miembros que la conformen, una pequeña sociedad que se ordena, se clasifica y se distribuye de acuerdo a sus propios parámetros por los subespacios que a su vez se identificarán con sus habitantes.
Este lugar se encuentra repleto de sentimientos, secretos, ecos de risas y voces, en ella se tejen como una telaraña las edades del hombre. Es preciso recurrir al tema de la memoria pues los rincones de la casa no son más que eso… rincones de memoria, rincones en donde se dibujan imágenes domesticas, imágenes que aluden a la poética entrañable de los recuerdos y el olvido.
La concha, la espiral que nos contiene; ella es nuestra dueña y nosotros somos sus dueños, el tiempo ha sido testigo de todas las caricias y cuidados que han quedado grabados en sus paredes como forma de retribución al beneficio que brinda cuando la ciudad no nos merece.
El cuarto de reblujo, la habitación del que se exilió, la sala convertida en cuarto de dormir; algunas son tan grandes que el mismo silencio hace eco, otras por el contrario son tan pequeñas que ponen a prueba la intimidad de sus moradores.
Para cada casa hay un concepto particular acerca del orden y el desorden, el desorden hace parte de sus propios códigos; de esta manera se presenta la realidad de los individuos posiblemente el reflejo de su interior, ahí está la verdad de cada hombre, afuera se confunde, se camufla, se pierde; entonces esta relación de “afuera” y “dentro” se torna mágica.
Mejor que “botar la casa por la ventana” es avistar al mundo desde las entrañas de la casa, es el acto más sincero hacia ambos; relatarle a mi casa que las ciudades invisibles siguen siendo mis preferidas y comunicarle al mundo lo universal que resulta ser “mi casa”.
Angela María Román Palacio
Integrante Grupo de investigación 700repart
Facultad de Bellas Artes y Humanidades
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